Cuando soñamos podemos viajar a lugares que nos gustan y lugares nuevos, maravillosos. Nos encontramos con seres queridos que están lejos geográficamente, en el tiempo o que ya no están en este mundo. En mis sueños hablo gente que quiero en cualquier parte. Puedo volar, nado en aguas transparentes. O bien podemos enfrentarnos a pesadillas ominosas e incomprensibles que nos permiten dar figurabilidad a vivencias que sin saberlo nos afectan.
El sueño nos repara, es como un artesano que arregla lo que pasa en la cabeza y el corazón durante la noche, aquello que se quiebra. No es que el sueño en sí mismo nos cure del todo, pero algo transforma.
En tus sueños puedes reír, llorar, asustarte, temblar. Soñar es como una vida paralela, pasamos un tercio de la vida ahí...
¿Y soñar despierto? Gracias a las ensoñaciones ahora mismo podemos estar en Playa del Carmen, Paris, Thailandia o simplemente en una fiesta en casa de un amigo todos reunidos y abrazando nos.
El sueño es esperanza, ilusión, la luz al final del túnel.