A veces me pregunto ¿para qué y por qué me dedico al psicoanálisis?. La respuesta inmediata no es ayudar a la gente, no sé por qué, no me siento inclinada a la ayuda en sí misma. Creo que desde niña he sido movida por la curiosidad, las preguntas, saber la verdad. En el camino uno se da cuenta que no existe una sola, pero cada persona busca sus verdades.

La alegría, librarse de la angustia, de culpas inventadas, desatarse, creo que eso si me hace sentido, decir que me interesa que cada persona que viene a la consulta encuentre su verdad, se pueda sentir contento consigo mismo, con su vida, que sea tan libre como pueda llegar a ser. Que se humanice.

Cuando uno se siente abrumado, triste, sobrepasado por las cosas circunstancias externas o internas, la luz de la esperanza tiende a apagarse. Esa es otra cosa que puedo responder, que me gusta cuidar esa velita que la humanidad necesita, la esperanza. Y transmitir que es necesario tener ilusiones, así como, romper las ilusiones que niegan la realidad.

Y para estos encuentros humanos, con la verdad, con la esperanza, con re elaborar el dolor, es que estudié muchos años y sigo estudiando. Ahora me doy cuenta que además de la formación, el contacto con la intuición y la vida misma, son invaluables.